domingo, 18 de mayo de 2014

Honfleur Normandia, Pueblo de Artistas

El mar tiene una calle que entra en Honfleur. A cada lado un bosque de veleros y por la derecha las callejuelas convergen a la Place de Sainte Catherine con la gran iglesia en el medio. Si uno viene del mar al lado izquierdo se encuentra el viejo Honfleur atravesado por la Rue de Ville. Es un pequeño barrio de calles empedradas que los siglos han hecho brillar. Alli están los antiguos almacenes de sal y el museo de la marina.

Todo el pueblo entero es un monumento de belleza, salpicado de casas normandas con las vigas de soporte desnudas al exterior.
Debe de tener el número mas alto de talleres de pintura per capita que he visto. Estuve haciendo fotos hasta que el teléfono móvil se quedó sin batería.
Después de eso seguí fotografiando las imágenes en mi cabeza para recordarlas bien, para que se quedaran grabadas en mi memoria.

En tiempos hubo aquí una magnifica colonia de pintores que eligieron este maravilloso lugar para trabajar. Hoy quedan aun algunos, pero un pueblo tan hermoso no podía quedar excluido de la invasión turística que alimenta los negocios y los restaurantes.

Al pasar por el Carre des Arts en la Rue des Puits, las casitas se empujaban unas a otras como disputándose el sitio. Y todas tenían una placa puesta en la puerta: "Aquí vivió el pintor tal y tal" y luego dos fechas, la del nacimiento y la del fallecimiento.
Solo en una estaba escrito el nombre y una sola fecha seguida de un signo, así: 1926 - ?
Y allí pensé ¿cómo debe sentirse uno al entrar en casa cada día y ver ese signo de interrogación?
Sabemos que todos llevamos ese signo en lo alto, pero no se si es interesante verlo en la puerta de casa en guisa de placa de tumba.
Y ahora os dejo con las fotos, posiblemente ellas hablen mejor de toda la belleza que he visto hoy.

Puerto de Honfleur



Place de Sainte Catherine

Talleres de pintura

Café de artistas
Galería de arte, ¿con un Picasso?

El viejo Honfleur


















Restaurantes


Mapa de Honfleur



Ver Honfleur en un mapa ampliado

sábado, 3 de mayo de 2014

Rincones de Montmartre: la Ville Leandre

La Ville Leandre está en todo lo alto de la Butte de Montmartre, sin embargo poca gente la conoce, porque pasa totalmente desapercibida a menos que decidas directamente que vas a entrar.
Es simplemente un callejón con casitas de estilo inglés cargadas de historia, como todo en Montmartre.
Es un lugar de lujo en toda calma, a 15000 euros el metro cuadrado. Es como si estuviese fuera del tiempo,  fuera de París, fuera de todo. Solo lo perturban los flashes de las cámaras de los turistas que llegan aquí mayormente por casualidad.
Estas casitas de la Ville Leandre tienen una estructura curiosa que nunca había visto antes. El jardincito y la fachada con la puerta de entrada son en realidad el último piso. Por debajo hay tres o cuatro plantas que dan a una calle interior inaccesible para el público.
La parte invisible de los edificios está adosada a la ladera de la colina que actúa como soporte, escondida y cerrada para los visitantes. Lástima.
Entrada al callejón Villa Leandre



El 10 Downing Street



Salimos por la Avenue Junot hasta la Rue Caulaincourt, aquí la veis con el trenecito Montmartrois al fondo y una de las 33 escaleras.
Rue Caulaincourt
Ya terminamos el paseo por Montmartre saliendo por la Rue Lamarck. Pasamos por una peluquería que tenía estas fantásticas figuras hechas con tornillos y clavos. Verdadera muestra del nuevo arte-bricolage.



jueves, 1 de mayo de 2014

Que Libro Leer

Leer un libro supone un compromiso. Sabes que vas a dedicarle tiempo y esperas que te va a compensar.
Hay quienes comienzan a leer un libro y no soportan dejarlo hasta el final aunque no les guste. Es que sienten esa extraña obligación de finalizar lo que habían empezado, o si no queda ese desasosiego, ese vacío de no terminar lo que uno empieza.
Por eso al acabar los libros que estado leyendo me preguntaba: ¿qué libro leer?
Para mi leer tiene que se enriquecedor, una evasión. He pasado muchos años leyendo literatura técnica, en busca del conocimiento necesario profesional y ahora voy a por otra cosa, a por el puro placer de la lectura. Y procuro no equivocarme.

Lo último que he leído son algunas de las historias cortas de Hemingway y me parecieron fabulosas. Tuve miedo cuando mataron al león en aquel safari del señor Macomber y me dio lástima de aquel camarero que murió jugando a ser torero, sin haber tenido un toro delante en su vida.

Llevaba dos días pensando en que libro leer y hoy, primero de mayo, nos fuimos a pasear pensando que aunque fuera un día gris, teníamos que salir a estirar las piernas.

Y allí en la acera de nuestra casa había una enorme caja de cartón abierta esperándome. Alguien la había llenado de libros que no quería, esperando que una persona con sed de lectura los quisiera recoger. Porque los libros no se tiran, ni tampoco las flores, y por estos barrios tantas otras cosas.

Por suerte la lluvia no los ha estropeado demasiado y ahora tengo entre mis manos estos cuatro libros, escritos por cuatro autores fantásticos, cuya historia de dedicación y trabajo tanto me impresiona.

Estos trabajadores de las palabras me han dejado un regalo, precisamente hoy 1 de mayo, dia del trabajo.
Creo que el mensaje está claro: si uno quiere algo tiene que trabajar de forma constante en lo que se proponga.

John Grisham comenzó a escribir cuando era aun abogado. Nora Roberts, siendo ama de casa,  ahora escribe entre 6 u 8 horas todos los días y lleva ya publicadas unas 200 novelas.
Y yo recibo estos libros, precisamente hoy, en el día del trabajo.
¿Qué tengo que hacer?